La importancia de auditar lo que hacemos, cómo lo hacemos y con qué recursos
Auditar es, según la RAE, un verbo transitivo que significa “examinar la gestión económica de una entidad a fin de comprobar si se ajusta a lo establecido por ley o costumbre”.
Hablamos, por tanto, de un proceso en el que, de forma experta, se analizan las cuentas anuales de una entidad, empresa o institución, para hacer una fotografía general de la situación de sus finanzas. Que sea independiente, garantiza evitar sesgos “de parte”, algo de cajón, si queremos conocer la realidad.
Más allá de la obligatoriedad normativa para entidades que reúnan ciertas características, una auditoría es positiva en sí misma dado que es un análisis pormenorizado que permite conocer los puntos débiles, los errores o los riesgos a los que se enfrenta un negocio joven, aquellos de los que hablamos mayoritariamente en este portal.
Auditar tus cuentas permite, por ejemplo, mostrarse solvente y transparente ante proveedores o potenciales inversores.
La empresa debe acometer, como decíamos, esta auditoría, si cumple dos o más de estos requisitos: tener ingresos de más de 5,7 millones de euros, acumular activos por más de 2,85 millones de euros, tener 50 o más personas empleadas en plantilla, recibir ayudas o subvenciones de, al menos, 600.000 euros o pertenecer a sectores especialmente sensibles (entidades de crédito, aseguradoras, fundaciones bancarias, entidades de pago o entidades de dinero electrónico, entre otras).
Si nuestra opción es lleva a cabo esa auditoría de forma voluntaria, es importante saber que debemos regirnos por ciertos requisitos procedimentales, los mismos que si estuviéramos obligados.
En España, los autores de dicho análisis tienen que ser profesionales o entidades con inscripción en el Registro Oficial de Auditores de Cuentas del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC).
Las cuentas deben estar compuestas por balance de situación, cuenta de pérdidas y ganancias y memoria, además del Estado de Flujos de Efectivo y el Informe de Gestión.
Es importante saber que la auditoría no tiene que quedarse solo en analizar las cuentas. También es posible analizar otras cuestiones relativas a la gestión del negocio o al día a día de los procedimientos empleados. Estos son algunos ejemplos:
Auditoría interna, que se realiza en el seno de la entidad por parte de personal en plantilla para comprobar si se están cumpliendo o no las políticas generales de la empresa y que evalúa, normalmente si se está trabajando de la forma más eficaz, además de proponer soluciones de mejora.
Auditoría operativa consistente en la aplicación de técnicas de organización para mejorar su eficiencia y eficacia productiva.
Auditoría de sistemas, que es aquella que busca el control de los procedimientos informáticos o tecnológicos, de modo que se evidencie su correcto funcionamiento.
Auditoría pública o gubernamental, destinada al sector público y cuya finalidad es garantizar a los ciudadanos una completa transparencia en la gestión de recursos.