Innovación en la agricultura de la Edad Media (siglos V a XV)
En comparación con las otras industrias, el sector agrícola siempre nos ha parecido el menos proclive a la innovación tecnológica, posiblemente porque más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas, lejos del desconocido medio rural. Sin embargo, basta con analizar la creciente oferta de alimentos para satisfacer la demanda de las más de 8.000 millones de personas que pueblan el planeta, para darnos cuenta de que su producción y comercialización a gran escala se debe a la aplicación de las nuevas tecnologías en este sector primario de la economía.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 se inició el período histórico de la Edad Media o Medievo, que se extendió hasta la segunda mitad del siglo XV, cuando varios acontecimientos marcaron el devenir de la historia, como la desaparición de los últimos vestigios del Imperio Romano en Oriente con la toma de Constantinopla (Bizancio) por los otomanos, la aparición de la imprenta moderna de Gutenberg y el descubrimiento de América en 1492, hazaña con la que la Edad Media dio paso a la Edad Moderna.
Los diez siglos de la época medieval constituyeron un período de cambios y transformaciones políticas, sociales y económicas. Uno de estos cambios afectó a la organización de la sociedad, descentralizando el poder del rey en sus vasallos, los señores feudales, a los que les fueron entregadas tierras en concepto de feudo para su explotación. Por su parte, el vasallo receptor del favor real, generalmente un usufructo vitalicio y hereditario, se obligaba a prestar servicios de índole militar al rey, su señor, en el futuro, cuando lo reclamara. El vasallo podía, a su vez, ejercer de señor cediendo tierras a terceros (subinfeudación o lo que hoy llamamos subarrendamiento).
En este nuevo orden, una gran mayoría de quienes integraban los estamentos sociales inferiores eran campesinos -libres o siervos- cuyos productos servían tanto para el autoconsumo como para entregar una parte en pago fiscal al señor feudal, a la iglesia y al poder central.
Así, la agricultura, fuertemente influenciada por factores como la estructura social feudal, las limitaciones tecnológicas y las condiciones climáticas, experimentó también un proceso innovador para aumentar la producción, aunque el progreso fue gradual y no tan marcado como en algunas otras épocas históricas.
Innovaciones destacadas en la agricultura de la Edad Media
Rotación trienal de cultivos
Aunque no fue una práctica nueva, la rotación de cultivos se volvió más común durante la Edad Media. Los agricultores aprendieron a alternar diferentes cultivos en un mismo terreno para mejorar la fertilidad del suelo y evitar el agotamiento de nutrientes.
Los romanos ya practicaban la rotación bienal, pero fue a partir del siglo XII cuando se implantó la trienal, dividiendo la parcela en tres partes: una se dedicaba a cultivos de invierno, otra para los de primavera y una tercera se dejaba en barbecho.
Como la producción servía para el autoconsumo de los campesinos, éstos mejoraron sus condiciones de vida con esta técnica.
Molinos de agua y viento
La energía hidráulica, aprovechada mediante molinos de agua, y la energía eólica, mediante molinos de viento, comenzaron a utilizarse más ampliamente para moler granos y realizar otras tareas agrícolas. Estos mecanismos de ingeniería ayudaron a aumentar la eficiencia y productividad y a ahorrar esfuerzos humanos y animales.
‘Los molinos hidráulicos en la Antigüedad’ es un interesante trabajo sobre este invento y su hipotético origen.
«Aunque el mecanismo tecnológico del molino hidráulico fuese conocido al menos desde los comienzos de nuestra era, es a partir de la Edad Media cuando comienza a ser realmente empleado y difundido de un modo social».
Se usaron para la molienda de grano y «se les reconoce cierta importancia para la economía medieval».
En aquellos lugares de clima seco o con temperaturas muy bajas, en donde los cauces fluviales se congelaban en las estaciones frías, prevalecieron los molinos de viento. Supusieron una mejora sobre el molino de agua y, como éste, también fueron utilizados y desarrollados en la Edad Media como molinos harineros o para elevar aguas.
Los mundialmente conocidos molinos de La Mancha datan de la Baja Edad Media (siglos XIV y XV).
Desarrollo de arados
En esta época se dio un impulso definitivo a la agricultura como medio de progreso, activando un modo de explotar las tierras para hacerlas más productivas. Para ello se mejoró el arado, una herramienta que ya se utilizaba en Mesopotamia (hacia el cuarto milenio a. de C.), aunque se realizaron mejoras en su diseño respecto a los modelos usados anteriormente. Se introdujeron arados más pesados y eficientes, lo que facilitó la labranza de tierras difíciles.
Entre los siglos X y XI apareció el arado de vertedera, elemento añadido para guiar el surco y voltear la tierra, como un timón. Con esta innovación, sobre la base del más pesado arado romano, se lograron roturar tierras que antes resultaban imposibles o de una dificultad extrema. También se le denominó ‘arado normando’ por su posible origen. Evolucionó poco después incluyendo una cuchilla para producir un corte vertical, además de la reja para cortar el suelo por debajo de la superficie.
Estos nuevos arados permitieron cultivar suelos tan difíciles como los arcillosos del norte de Europa.
Mejora en otras herramientas agrícolas
A lo largo de la Edad Media, se realizaron mejoras en las herramientas agrícolas básicas para hacer más eficiente el trabajo en el campo.
A finales del siglo XI las herrerías se hicieron habituales en las aldeas, permitiendo a sus habitantes forjar sus propias herramientas sin depender de los talleres del señor feudal. No obstante, los instrumentos de hierro eran muy caros y solo los más ricos se lo podían permitir, así que en general se continuó trabajando con herramientas de madera.
Los carros y carruajes medievales usados en la agricultura estaban prácticamente en su totalidad hechos de madera, salvo alguna pieza aislada de hierro.
El collarín y la herradura para las caballerías mejoraron el rendimiento y la salud de los animales utilizados para el transporte y el trabajo agrícola. Entre los siglos VIII y IX se generalizó el uso de herraduras en los caballos.
La azada manual se utilizaba para cavar, romper terrones y preparar la tierra para la siembra. Consistía en una cuchilla metálica montada en un mango de madera. No ha evolucionado mucho.
Los rastrillos se utilizaban para nivelar el suelo, recoger piedras y esparcir el estiércol. Tenían un diseño similar al de los rastrillos modernos, con dientes de madera o metal.
La hoz era una herramienta de corte utilizada para segar cultivos como el trigo. Tenía una cuchilla curva y afilada montada en un mango largo, y los agricultores la usaban para cortar las plantas cerca de la base.
La horca era otra herramienta de trabajo del suelo que se utilizaba para cavar, remover y airear el suelo. Tenía varias puntas afiladas y se usaba para trabajar la tierra de manera más profunda que una azada.
Para moler granos como los del trigo, se utilizaban molinos de mano. Consistían en dos piedras circulares, una de las cuales se colocaba sobre la otra, y los agricultores giraban la piedra superior para la molienda.
El trillo era utilizado para separar los granos de los tallos después de la cosecha. Consistía en una tabla con dientes o láminas afiladas que se arrastraban sobre los tallos extendidos en el suelo.
Estas herramientas agrícolas fueron esenciales para la subsistencia de las comunidades medievales. Su diseño y uso variaban según la región y las condiciones locales. La tecnología agrícola evolucionó lentamente a lo largo de la Edad Media, y estas herramientas básicas continuaron siendo fundamentales hasta que fueron reemplazadas por maquinaria más avanzada en épocas posteriores.
Técnicas de irrigación
En algunas regiones, se desarrollaron sistemas de irrigación más avanzados para mejorar el suministro de agua a los campos. Esto fue particularmente importante en áreas donde el clima era más árido.
Desde el siglo IX, las ciudades del Próximo Oriente, África del Norte y Al-Ándalus progresaron impulsadas por el factor económico del medio rural, en el que los sistemas agrícolas incluían la irrigación fundamentada en los principios hidráulicos e hidrostáticos procedentes de la época romana.
Con las novedosas técnicas de gestionar el agua mediante mecanismos como la noria, el molino de agua o la presa hidráulica aumentó la extensión de tierras cultivables y la mejora del bienestar colectivo.
Introducción de nuevas cosechas
A medida que los contactos comerciales se expandían, se produjo un intercambio de cultivos entre diferentes regiones del mundo. Nuevas plantas y cultivos, como ciertas variedades de frutas y verduras, fueron introducidos y cultivados en Europa.
El sistema económico que se fue configurando por la expansión islámica en la Edad Media permitió la difusión de nuevos cultivos. Entre los productos los hubo de origen africano como el sorgo, chino como los cítricos y del subcontinente indio como el mango, el arroz, el algodón y la caña de azúcar. Fenómeno descrito como "globalización de cultivos" por algunos historiadores.
Todas estas mejoras condujeron a cambios sustanciales, provocando un impacto positivo en la economía, las cifras de población y su distribución, la cubierta vegetal, la producción y la renta agrícola, el crecimiento de las ciudades, la distribución de la fuerza de trabajo, las industrias vinculadas a la agricultura y la alimentación durante la Edad Media.